Me siento obligado a empezar con una aclaración: lo que aquí escribo es a título personal, es acerca de mí experiencia con el trabajo en casa. Sé que no es para todos. Hay quienes tienen razones para salir, quizá se les hace muy difícil concentrarse o quizá carecen de un espacio de trabajo adecuado. Para mí, sin embargo, el trabajo en casa solo ha traído cosas buenas, principalmente en aspectos personales y familiares, pero también en asuntos laborales.
Creo que la mejor forma de explicar esto será dividirlo en los aspectos de mi vida que ha impactado: lo laboral (obvio), lo físico, lo emocional y lo económico.
Lo laboral
En cuanto al estrés, ha sido bastante fuerte, pero estando en casa es más fácil de manejar. Y esto, principalmente, por el dominio que tengo del ambiente. Puedo salir a mi pequeño jardín, jugar con mis perros unos minutos, platicar con mi esposa para ventilar la tensión (tenemos la dicha de que su oficina está a la vecindad). El estrés no se va, pero es más fácil manejarlo en casa. Al menos para mí.
Luego, la cuestión del horario. Trabajo en la industria publicitaria. No es ningún secreto que el ritmo y los horarios de trabajo son un poco exagerados. Desde que empecé a trabajar en esto no había tenido tiempo. Y lo digo en el sentido más amplio. Salía de mi casa temprano, de vez en cuando lograba desayunar con mi esposa. Y regresaba tarde, generalmente después de la cena. Entre los horarios largos dentro de la oficina y el tiempo que se traga el tráfico, no quedaba tiempo para vivir. Pero desde que la pandemia nos obligó a trabajar en casa, sentí que recuperé la mitad de mi vida. Desayuno, almuerzo y ceno con mi esposa casi todos los días. Nuestra relación pasó de estar pendiendo de un hilo a estar más sólida que nunca. He encontrado momentos para leer, para escribir, para meditar, para hacer ejercicio, etc. El trabajo en casa ha convertido a mis obligaciones laborales en una actividad cotidiana, ya no aquel sacrificio absoluto que agotaba toda mi energía vital.
Lo físico
Quizá deba empezar con que soy muy disciplinado y tiendo a conductas obsesivas. El control sobre el horario me ha permitido regular mi rutina. Como consecuencia de esto, y como ya mencioné antes, he logrado ordenar mis actividades diarias para cuidar de mi cuerpo y mente. Todas las comidas puedo prepararlas y disfrutarlas con calma. Tengo más tiempo y flexibilidad para planificarlas y balancearlas. Y todos sabemos que comer mejor es estar mejor. Lo mismo ha pasado con mi ciclo de sueño y con mis rutinas de ejercicio.
La combinación de los tres pilares de la salud: comida, sueño y ejercicio, se han fortalecido con el trabajo en casa. A esto, obviamente debo agregar la reducida exposición a enfermedades, no solo en cuanto a la actual pandemia, sino en general.
Lo emocional
Como ya he mencionado, siento que el trabajo en casa me ha devuelto una porción grande de mi vida. Es en esas ventanas de tiempo que se abren al eliminar los traslados; las horas y el estrés del tráfico son catastróficas para el ánimo. Es en esas pequeñas pausas, en las salidas al jardín, en los tiempos al margen de la jornada laboral. Pero no es una cuestión estrictamente numérica, sino de energía vital, de fuerza de ánimo.
Trabajando en casa, dedicando las horas justas a las tareas laborales, percibo el tiempo más ligero. No es que se pase más rápido, sino que me desgasta menos. Me alcanzan las energías para dedicarme algunas horas, para pensar en mis proyectos, para actuar en mis proyectos.
Lo económico
Y para el trabajador, estar en casa también ofrece beneficios económicos. Se reduce el gasto de combustible. Se reduce el gasto en alimentos, pues cocinamos en casa. Entre muchos otros.