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viernes, 6 de mayo de 2016

Sobre la Ley de la Juventud II (Argumentos contra la iniciativa III ─Organizaciones religiosas─)


(Continúa la serie. Las referencias son este artículo y esta petición.)


La conferencia episcopal dice: “Exponen a la juventud a grandes riesgos físicos, psicológicos, morales y espirituales, pues alientan el libertinaje sexual [...] no representan las demandas de los jóvenes”. Yo me pregunto, si la vida no es exposición a riesgos, ¿qué es? Luego, para ser coherente con ese argumento, ¿qué está sugiriendo?, ¿que nos enclaustremos todos y evitemos cualquier tipo de relación? Por otro lado, ¿acaso no es menos traumático enfrentar algo cuando ya se conoce bastante al respecto? ¿Acaso no es más fácil tomar decisiones cuando se conocen claramente las consecuencias? ¿Acaso con el conocimiento no se toman mejores decisiones y se reducen los riesgos? ¿Qué buscan con mantener detrás de ese oscuro velo a una de las interacciones más elementales y comunes de todos los organismos biológicos? No puedo evitar preguntarles cuál será la justificación de cientos, creo que miles, de pederastas que guardan tras sus líneas; y de todos los demás sociópatas peligrosos que se esconden en todos lados. ¿Será que comprenden que esa es una forma muy grosera de traumatizar física, psicológica, moral y espiritualmente a sus víctimas? ¿Será que esa misma forma de abuso se hace posible por la ignorancia de la víctima? ¿Será que tienen el descaro de decir que el abuso sucede por ignorancia del agresor? ¡Por favor! ¡Ellos también necesitan educación sexual! ¡Lo están haciendo mal! Pero hoy no estoy aquí para cuestionar sus justificaciones, sino solo para analizar el impacto de sus creencias en la sociedad. 


El argumento me parece radicalmente erróneo. Si vamos a casos reales, sucede lo contrario: limitar la educación sexual e impedir el acceso a anticonceptivos son las acciones que ponen en graves riesgos físicos, psicológicos, morales y espirituales. ¿O les parece grato que una menor de edad cargue con un niño que no sabe realmente cómo llegó a su vientre?, ¿o que una víctima de abuso no se atreva a oponerse y se someta a violaciones físicas y psicológicas sistemáticas? Mientras discutimos estas estúpidas objeciones otro muchacho está siendo criado para ser un violador, pues en su casa y en su comunidad ha aprendido que las mujeres están ahí para servirle en todos los planos de su vida, desde los más triviales hasta los más íntimos, desde las caricias inapropiadas hasta los golpes; otra chica es criada para recibir todo esto con abnegación.

El obispo de Verapaz, supuestamente, dice: “Contradice la ley natural y las enseñanzas de la ley moral que orientan la vida de todo cristiano coherentemente”. ¿A cuál “ley natural” se refiere? ¿A la Biblia? Si es eso, que me disculpe, pero vamos a tener que espulgarla bien. No creo que conozco un solo pasaje de la Biblia donde el sexo sea tomado de una forma aceptable. Pero ni en el famoso Cantar de los Cantares se manifiesta con claridad la visión “coherente” de la “sexualidad cristiana” (¡vaya oxímoron!). (Estoy convencido de que esta sección generará fuerte resistencia, desde ya invito a que coloquen las citas bíblicas en los comentarios.) Cuando pido una “visión coherente” no me refiero a ideas prehistóricas, busco coherencia actualizada: respeto, reconocimiento y libertad. Vamos a lo de “todo cristiano”. Eso es la más fácil. No todos son cristianos, y hasta los cristianos más devotos resultan siendo un ejemplo de incoherencia. Pero sí, estoy generalizando en el contraargumento, pero es que esa parte de la objeción es generalizadora. Será más correcto responder que no todos son cristianos y que no todos los cristianos son coherentes.

Vamos al argumento que presenta un pastor de la Alianza Evangélica, dice: “la iniciativa está contaminada y es evidente que buscan el retroceso del desarrollo en el país [...] si no somos escuchados, acudiremos a la vía legal”. 

Creo que por “está contaminada” se refiere, literalmente, a que está “tentada” por Satanás. La única respuesta que tengo para esto es que a lo legal no le interesa lo religioso. El concepto completo de Satanás representa una metafísica muy particular que no es compartida por toda la sociedad. Como líder espiritual puede hacer y decir lo que se le dé la gana, siempre que sea dentro de su comunidad espiritual. Para los demás eso no tiene ninguna injerencia en la realidad. De hecho, para muchos, tales ideas son vistas como cierto grado de esquizofrenia paranoide.

El siguiente punto de su objeción es sobre el retroceso del desarrollo en el país. Me pregunto, ¿qué entiende por desarrollo? ¿Acaso se refiere a la adhesión a códigos morales de la edad de hierro? Me parece que hay una noción muy distorsionada en estas palabras. Para mí el desarrollo es conocimiento, exterior e interior: aprender del mundo, de la realidad, explorar también la dimensión espiritual; balancear todos los factores que atraviesan nuestras vidas. Por ejemplo, en salud, el desarrollo es conocer cómo funciona nuestro cuerpo, conocer a qué enfermedades es vulnerable y aprender a combatirlas, prevenirlas y evitarlas. En la sexualidad sucede lo mismo. Conocer al respecto es saber que a través del acto sexual nos reproducimos (sí, puede sonar patético para el lector, usted que sabe leer y escribir y tiene acceso libre a la información). Conocer al respecto es estar consciente de los riesgos y las enfermedades a las que se es vulnerable por el ejercicio de la sexualidad ─no digamos de una práctica irresponsable─. Conocer es saber que es una parte más de nuestra biología. Conocer es eliminar el morbo. Conocer permite tener la seguridad de que es decisión de cada quién qué hace con quien, al saber que la sexualidad es propia y no es un instrumento para complacer a otros. 

El secretismo es más peligroso. Abre de par en par las puertas a la malinformación y a la manipulación, creando el ambiente donde prolifera el abuso.

lunes, 13 de julio de 2015

Sobre lo gay (más bien: Sobre identidad de género y sexualidad)

Como respuesta a un artículo publicado en Prensa Libre (¿Matrimonio Gay?), surgen las reflexiones expuestas a continuación. Por favor, destrúyase.

Primer punto, sobre el primer párrafo. Qué conveniente que ahora el punto de vista "religioso" apela a la razón y a la coherencia lógica. Se olvida que la lógica, igual que la religión, igual que el matrimonio, igual que todas las instituciones humanas, las civiles, las científicas y demás, son construcciones de los mismos hombres en su afán de organizarse, de sistematizar el caos y el desorden que aparentemente domina el universo; inevitablemente limitando la gran amplitud de posibilidades que permite la experiencia humana..

A partir de eso, me parece un ejemplo transparente de incoherencia que un religioso venga hoy a hablarme de razón y coherencia lógica cuando las creencias en las que sustenta todas sus valoraciones están más allá de la posibilidad lógica (pero esto se llama una falacia ad hominem, pues no ataco el argumento, sino al hombre que lo pronuncia; por tanto es inválido este contra-argumento).

Lo cierto ─y lo que hay que resaltar─ es que esta "lógica" con la que quiere decidir qué es la homosexualidad ─si es un desorden psicológico o no, si es una enfermedad o no, como quiera─, es el mismo tipo de lógica que decía que la tierra era el centro del universo, es el mismo tipo de lógica que negaba la evolución. Estas "lógicas" se han construido con conocimientos parciales y con intenciones de control, de estandarización, de dominio; con intención de regular qué puedes y qué no puedes hacer, decir, pensar, etc.


Luego, en el segundo párrafo habla de la integridad de la sociedad. Poniendo la familia "tradicional" como la piedra angular de la sociedad. ¿De cuál sociedad? Pregunto yo. ¿Esta que está cundida de corrupción, de violencia y de opresión (globalmente)? A esto nos han llevado esos cimientos de la sociedad que tanto defienden. Tras el afán de "ordenar", de "estar organizados", sistematizados, nos hemos olvidado de la amplia posibilidad de valor en la experiencia humana (como la búsqueda de la felicidad). El problema es que hasta ahora hemos sido una civilización (la humanidad entera) de represión; más que establecer límites en las relaciones interpersonales, se ha limitado la conciencia individual, el pensamiento propio. Entonces ¿cómo puedo buscar mi felicidad si debo combatir en mi interior aquello que me impulsa, aquello que me atrae, hacia donde veo mi felicidad?

Cuando él dice que el matrimonio es exclusivamente la unión entre un hombre y una mujer, es un argumento similar al que dicta que solo los hombres pueden ser sacerdotes. Es atribuir alguna valía particular al género, sobre el que se construyen los roles sociales. (Ese es un tema muy profundo y complejo ─no en sí mismo, sino por sus implicaciones─, sobre el que no me siento preparado a desarrollar.)

Y luego, la forma en la que abre el siguiente párrafo "El matrimonio surgió en función de la reproducción humana", lo siento padrecito, pero aquí si ¡su madre! El matrimonio surge como una herramienta social, tanto de colaboración interpersonal ─de ahí la intención de compartir con otro─, como de organización y control. Podría asegurar, haciendo un salto imprudente, que antes del matrimonio existieron otras formas de asociación, y que el matrimonio, formalmente, fue una de las últimas instituciones (por últimas me refiero a que fue una de las más recientes) de unión y de colaboración. Quien me diga que el fundamento de una relación es la reproducción, lamentaré abofetearle la cara, pues no aceptaré que se reduzca la experiencia humana a la mínima expresión de su biología. No niego que haya quienes encuentran su felicidad en los hijos, pero también hay quienes no.

Luego, el género y la sexualidad, para mí, son dos cosas distintas, y aunque comúnmente están conectadas, no lo están exclusivamente. Estoy totalmente de acuerdo con que la función principal de los genitales es la reproducción, es su función biológica mínima. Entonces me pregunto, ¿acaso limitamos el uso de nuestros órganos y de nuestro cuerpo, a sus funciones biológicas básicas? Me parece que no. Me parece que todo el fundamento del desarrollo de la civilización humana ha sido la explotación de las posibilidades de la experiencia humana, de buscar nuevas formas de usar nuestro cuerpo, de construir herramientas para ser más fuertes, para mover cosas más grandes; ¿porque habríamos de elegir qué partes del cuerpo sí podemos usar más allá de su función biológica básica? Si mis pies son para mantenerme parado, no debería usarlos para patear cosas o para operar máquinas; si mi boca sirve exclusivamente para comer, no debería besar, no debería tampoco usar mis dientes para abrir una bolsa, o como los locos que destapan botellas con las muelas.

Decir que el sexo tomó su valor placentero de los métodos anticonceptivos es simplemente patético. Los órganos sexuales siempre han sido así de sensibles, como un incentivo natural a usarlos, a experimentar con ellos, a caer en la trampa de la reproducción. Es como las abejas y el néctar. A las abejas les gusta la miel, para hacer miel utilizan el néctar de las flores, en ese proceso recogen polen y lo transportan a otras flores, y ¡voila! habemus reproducción. El placer es el néctar que atrae a las abejas, la dulce satisfacción de la experiencia. Luego, es posible que la abeja deposite el polen en una flor estéril, así como lo pueden depositar en flores que quizá no corresponden a esa forma de reproducción. Así que no, el sexo era placentero antes, la reproducción en principio, es accidental.

Luego, decir que la función del matrimonio es la reproducción humana elimina la posibilidad para personas estériles. Lo que nos mete a la discusión de la adopción. Respecto a eso: aún no lo toquemos, salgamos de esto primero, pues es determinante.

En fin yo me niego a creer que la experiencia humana se limita a la reproducción. Pienso que el objetivo de todo esfuerzo humano es alcanzar alguna forma de felicidad, la que más significativa resulte para cada individuo. Pienso que es una forma de violencia que se le impongan tantas limitaciones a las personas en esta búsqueda.

Creo que también es importante re-interpretar qué significa la sociedad, analizar si realmente es un impacto tan fuerte que se "destruya" la estructura establecida de "familia". Personalmente creo que tenemos mejores posibilidades, como civilización, si la familia se funda en la búsqueda de la felicidad, en el apoyo y en la colaboración; más que en el propósito reduccionista de reproducción.

Hay que interpretar a las personas como personas, como seres individuales que sienten, que piensan y que quieren ser felices; no como herramientas de sociedad.

viernes, 11 de julio de 2014

Sobre el salto de fe (Sobresalto de fe)

Me permito tamaña impertinencia, pero antes -- bajo el acoso de una extraña sensación de culpa, quizá un sentimiento hipermoral -- ofrezco mis disculpas a quienes extraigan ofensas de mis palabras.

Tradicionalmente se caricaturiza el salto de fe como una situación en la que el individuo se enfrenta a un precipicio; delante de él yace el vacío, la oscuridad, lo desconocido. El salto de fe sugiere la entrega a ese vacío, tras poner plena confianza en el rescate o intercesión de la divinidad predilecta.

Reconozco que hay otras muchas maneras de presentar esta idea, es por eso que, respaldado en mi ingenua imaginación, decido presentarla como la comprendo. A continuación, entonces, un esbozo, una posibilidad -- digamos alterna -- de comprender el llamado salto de fe.

***

El salto de fe no debería ser visto como dar un paso al vacío. Más bien, habría que representarlo como un enfrentamiento con las nubes. El ser humano, mientras se encuentra parado en la planicie de su realidad, alza la vista. Sobre él encuentra que las nubes cubren el firmamento. En ellas, cree ver destellos; pero no se da cuenta que tales impresiones no son más que el reflejo de una mirada sobrecargada de esperanza enfermiza, neurótica; una proyección casi inconsciente, incluso paranóica. Así, se ve reflejado en las alturas, cree ver en ellas algo divino, algo que hay más allá.


De tal manera, el salto de fe es saltar hacia las nubes; desde el suelo, hacia las nubes; de la planicie, de lo obvio, de lo real, hacia una fantasía que fue creada detrás de las nubes. Porque ahí se ha escondido un premio, el más añorado, lo que más falta le hace; lo que "naturalmente", como humano, desea: su más pesada ambición, la máxima expresión de la egolatría: la eternidad.