jueves, 19 de noviembre de 2015

Miércoles 8 de julio de 2015 (6:51)

Así, mientras empieza un miércoles, un tal ocho de julio, mientras se enciende la mañana, mientras espero que hierva el agua para poner el café, empiezo un nuevo cuaderno.
Agua hervida, café puesto y me pica el bicho musical; pero descubro el canto mañanero de algunos pájaros, los que quedan, los que no hemos terminado de invadir. ¿Qué prefiero? ¿La música o el canto improvisado, casi caótico de los pájaros?

Café, eso es lo cierto. Según las instrucciones son de tres a cinco minutos en la French Press. Esa cantidad de tiempo ya pasó.

Entonces sobresale la diferencia en el tiempo que toma leer y el que toma escribir; escribir es una tarea muy laboriosa.

[...]

El canto de los pájaros ha cesado; los carros sucios de gentes demasiado limpias deben estar ya desbordando las calles. Yo aquí, con mi hoja, con mi pluma y con mis perros, degusto algo de la ansiosa soledad urbana, como paz extemporánea.