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sábado, 20 de febrero de 2016

Abnegación

Es difícil ser y vivir al mismo tiempo. Vivir exige desligarse de ser: negarse. Para algunos se presenta la alternativa: aceptar su negación, abnegarse; renunciar a sí, anularse; hacerse mercancía, venderse y en el proceso comprarse una ficción, imaginarse, inventarse: dibujarse una máscara ─pegársela con lágrimas─ y procurar ensayar una sonrisa: sincera, externa, real.

La sustancia es vacío, la esencia ilusión.

Para algunos ser exige abandonar la posibilidad de vivir ─a falta de balance, o por la insatisfacción de la ficción─.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Escape frustrado



Así estoy aquí, en el centro de todo esto, 

sin aportar suficiente e intentando minimizar la carga que represento.

     Quiero hacerme aire, esfumarme,
            hacerme humo y flotar sobre todo esto,
            hacerme ligero, levantarme;
                 ser como esa nube de ceniza que mancha el paisaje,
─reminiscente de buenos y malos momentos─,
                 ser la ausencia presente.

                 Así desperdigarme,
                 atravesar el aire, cubrir el mundo, marcarlo
─siempre ausente, siempre presente─;
                 ser esa nube que mancha, 
   y que se recojan mis residuos,
     que se enfrasquen
     que se desechen.
     Que mi paso haga evidentes las huellas,
     muestre los pasos de la gente
     y los rumbos que esconden.

Pero este cuerpo es muy pesado,
este polvo es muy denso,
esta ceniza es impura.

viernes, 22 de enero de 2016

Ausencia forzada



Un río extraído de su cauce, expulsado al encierro oceánico, diluído en la vastedad.

La tierra que fertilizó su abrazo, los pastos que alimentó su andar, se quiebran en lágrimas de polvo.

El paisaje árido de la ausencia, el llanto mudo del pasado, la lucha por no olvidar.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Allá tú, aquí yo

Y dime, ¿cómo te encontró la noche? ¿Por donde se te coló el sereno? ¿Cómo viviste el día en el que te libraste de una carga del pasado, solo para descubrir que esta recién nacida esperanza es tanto más pesada?

¿Aún vagan libremente tus ilusiones?

No te engañes, yo soy como tú. Ahora las noches se me hacen eternas y los días incontables; no me queda más que mentirme y repetirme que las fantasías no habitan en esta realidad: que las lágrimas son dulces y los suspiros liberadores; que el tiempo no se acerca ni se aleja; que mi sombra se ha detenido, escondiéndose bajo mis suelas.

Ahora no hago más que ver bailar a las salvajes hojas que invaden mi vista, lo único dinámico que atrapa mi atención; todo lo demás se ha detenido: el sol, la respiración, el parpadeo. No hay más que viento, ásperas corrientes heladas que hacen tiritar toda vida a su paso.

Como un espectro me descubro en el reflejo del cristal que nos divide. Allá tú, libre, al intemperie; aquí yo, solo, envuelto en mi mismo, sofocado en mi vacuidad.

jueves, 16 de abril de 2015

¿De qué vive uno?


Si no es de los pedazos de pellejo que dejamos a rastras en el áspero pavimento, 
si no es de las lágrimas que escasamente nos lubrican el camino, 
si no es de la sangre que perdemos para no ser olvidados. 

Al menos el suelo nos recuerda, 

al menos esas groseras manchas permanecen, 
al menos los insectos se deleitan con nuestros restos. 

Finalmente, el gusto será siempre, por gusto, deleitar,

                     será, de cualquier manera, gustar,
                                             empalagar,
                                               olvidar.

viernes, 10 de abril de 2015

Historia de una mosca

La mosca se aferraba a un hilo de la telaraña de la que había logrado escapar. No podía volar, sus alas fueron devoradas por una arañita bastarda que se encargaba de vigilarle.

Días de insecto ─que equivalen a años de hombre─ pasó ahí atrapada, fantaseando con la libertad; tanto tiempo pasó que ya no podía entenderla, no era posible más que como fantasía.

Sus amplios ojos de mosca, aún cubiertos por los restos de su antigua prisión, solo lograban ver sombras, siluetas oscuras, nada claro. Sus patas, atrofiadas por la dulce mugre con la que le alimentaban, engoradándole cual coche en finca, no podía usarlas para aclararse la vista.

Su escape había sido procurado por la casualidad y se mecía con el viento, el péndulo era hipnotizante. A través del hilo sentía las vibraciones de cada paso de su predadora, pero su escape aún no era advertido.

En su mente albergaba un dilema: soltarse y dejarse caer, enfrentar el riesgo de no sobrevivir la caída, o caer en una prisión más cruel; o tal vez caer a salvo, recuperar sus alas y volver a volar, aterrizar en el más dulce colchón de mierda que cualquier mosca haya probado jamás, experimentar la libertad, saborear los más dulces manjares. O, por el otro lado, dejarse atrapar, volver a la prisión que tan humildemente le hospedó, apreciar de nuevo la áspera caricia de los hilos de su celda, y ver en los colmillos de la predadora una ventana al final, las cadenas que le sujetarían a la plena y definitiva libertad.

martes, 7 de abril de 2015

de vidas

Un tímido río de sangre corría por su mano. Con el violento golpe de cada paso se desprendía una gota de la punta de sus dedos, trazando su camino, enlazándolo al pasado.

En él un hombre mayor yacía tendido. Su densa cabellera blanca se teñía de rojo. Las lágrimas de una mujer joven le bañaban el rostro. El llanto y el terror sofocaban sus llamados de auxilio.

Una vida mal vivida se esfumaba, otra vida por mal vivir escapaba. De su encuentro, una vida inocente se arruinaba.

lunes, 5 de enero de 2015

Un cobarde, nada más

Un cobarde, nada más.

Construyendo fantasías, relatando tonterías, con una sarta de palabras vacías. 

No son más que balbuceos, no son más que reclamos de un patético inconforme que se esconde 
detrás del anonimato, 
detrás de la indiferencia, 
detrás de mudas lágrimas que esparcen tintas que mueren en un cuaderno antes que olvidado.

martes, 19 de agosto de 2014

Barbado imberbe

La confianza jamás será
una carga que acepte gustoso.

Desconfíen de mí,
de cuanto haga y de cuanto diga;
no soy más que un ignorante,
un ingenuo, un soñador.

Estas barbas que cubren mi expresión
son sólo el vestigio de una historia que no es mía,
fiarse de ella me elevaría a alturas
donde el oxigeno no me alcanza.

Me hace mejor el calabozo de su indiferencia,
la oscura y húmeda sentencia
de su imberbe ignorancia.

martes, 12 de agosto de 2014

La ilusión tras una promesa

Ésta mañana prometía algo distinto; como la tormenta ansiada que rompe el tedio de una calma extendida, de una placidez lastimosa, de la soledad del espíritu.

Los días pasaban recolectando la asfixia que inunda los féretros; y éste amenazaba con la posibilidad de una brisa refrescante, como la lágrima que se desprende del placer.

Pero, aunque aún hay mucho día por venir, la promesa se ha esfumado. Quizá vuelva más tarde, o quizá fue sólo la ilusión de un débil corazón esperanzado.

Don Horacio

Al otro lado de la calle lloraba un hombre. Lo había perdido todo, incluso lloraba su propia muerte. Tras él una montaña de escombros que aún humeaba. Hacía apenas unas horas era su hogar y sustento.

Salió de madrugada, dejando a su esposa e hijas, que dormían; nada parecía estar mal. Era un día ordinario, lo único distinto fue que despertó más temprano de lo habitual. A diferencia de todos los días, no tuvo que salir con prisa. Preparó el café y se duchó. Tomó su café con un panecillo, frente a la ventana que da a la avenida. La ciudad todavía no despertaba, se sentía relajado. Cepilló sus dientes, tomó su sombrero y su chaqueta y salió; como todos los días, sólo un poco más despacio.

Caminó al centro de distribución, apenas a cinco cuadras de su casa. Ahí estacionaban los camiones pequeños que usaban para abastecer a las pequeñas tiendas. Él acostumbraba ir a supervisar el cargamento que le sería asignado, sus requisitos de calidad siempre eran los más exigentes. Esta vez tuvo que esperar mucho más de lo normal, no sólo porque llegó más temprano, sino porque los camiones provenientes de las granjas se habían retrasado. Así que esperó cuanto fue necesario.

Detrás de los árboles que escoltaban la avenida, una columna de humo ascendía. A lo lejos se escuchaba un escándalo, sirenas de bomberos y demás. Mientras se percataba de esto, finalmente llegó el cargamento. A toda prisa supervisó lo que le correspondía, hasta que se sintió conforme. Luego volvió.

martes, 15 de julio de 2014

Un tipo extraño

Al encontrar su mirada, me estremeció. Quizá fue un aire de orgulloso psicópata, o quizá la incompatibilidad de sus ojos disociados (simplemente su enfoque no estaba bien); lo cierto es que una extraña forma de poder emanaba de él.

Para algunos, charlatán; para otros, divino; para mí, genial, astuto, hasta visionario ─o talvez sólo era demasiado carismático─.

Decir que lo respeto casi sería vergonzoso. Más bien, me da curiosidad; a lo lejos un poco de miedo, definitivamente desconfianza: exactamente igual que me hace sentir un ilusionista prodigioso.

Cerca de él lo que se cree imposible parece hacerse rutina, permite saborear la fantasía y, de cierta manera, le agrega sabor a la realidad (aunque sea a fuerza de pura confusión).

Tras él caminan, vendados por embobamiento, aquellos a los que intentó liberar; muy pobre resultó el discernimiento, muy grande su esperanza.

El iluso se embriagó de ilusión y el sabio de razón. A ambos los veo claro.

viernes, 9 de mayo de 2014

Otro fin se aproxima

Con los años se vuelve un arte; se entrena al ojo a solo ver pasar.

El mundo se alborota pero se escucha lejano, desinteresado, ajeno.


El alma se hace ligera, el más leve suspiro la eleva. El cuerpo, al contrario, se hace pesado, rígido. 


El aprecio a la vida cambia, su valor se esfuma (y no se extraña). Con ella se van muchos sueños e ilusiones, dejando su vergonzosa mancha en la memoria. Se pudre lentamente, llevándose otros muchos sentimientos pasados, elevándose en vapores fétidos; aliviando toscamente el peso de una mente abrumada.


La esperanza se desvanece; otro fin se aproxima.

martes, 22 de abril de 2014

viernes, 28 de marzo de 2014

Autodestrucción

Tengo un constante disgusto por las construcciones simbólicas, características de las culturas, que dan un sentido de pertenencia. Más aun cuando se adoptan símbolos sin la mínima idea o interés por su significado original. Pero al final de cuentas, cada quien puede inventar su propia realidad. Entonces, ¿por qué habría de molestarme?

Yo mismo soy un licuado intragable de ideologías y retazos de nociones culturales. Nacido y criado en Guatemala. Estratificable como clase media acomodada. No sé si por gracia de un demonio o desgracia de algún santo, educado en un colegio de clase alta (muestra del devoto esfuerzo de mis padres [sinceramente agradecido por el esfuerzo, en caso que este texto llegue a ustedes]). En plena adolescencia se modificó parcialmente mi situación civil de ciudadano a residente/ciudadano, tras reclamar exitosamente la nacionalidad de mi abuelo. Posterior a eso se presentó el requisito de decidir la ruta por la que se encaminaría mi progreso personal y desarrollo profesional. Consecuente a mi dificultad para decidir, resulté arrojado al sistema laboral, para aprender la “importancia de una profesión”. Tras esto, como parte de mi proceso de maduración, estalló una crisis espiritual que terminó de devastar las tambaleantes fantasías que, a mis ojos, sostienen toda religión. Finalmente, después de cerca de ocho años deliberando, fui capaz de decidir hacia donde quería dirigir mis esfuerzos profesionales. Dos años después me casé.

Todas estas cosas, en vez de sumar a mi identidad, me dan la sensación que la diluyen. Como si no he tenido la oportunidad, en ningún momento, de tomarme el tiempo suficiente para digerir las experiencias, comprender lo que sucede en mi entorno, comprender cómo todo esto me afecta y, finalmente, conformarme. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con los símbolos culturales y sus significados y el sentido de pertenencia? Sencillamente todo.


Concentrémonos en el evento casual de mi nacimiento. No recuerdo cual es el término políticamente correcto, pero soy un ladino – o mestizo – nacido en Guatemala. Un país post-colonizado que se ha quedado encerrado en múltiples círculos de sub-colonización; un país con tanta diversidad que ni la más infame desgracia logró unificar, ya fuera por resistencia o sumisión; un país en el que todos se consideran ajenos mientras recitan plegarias de solidaridad. Como consecuencia obvia, uno se ve forzado a integrarse a una de estas fracciones en las que se ha pulverizado el significado de la hegemonía. Se hace necesario combatir y reprimir partes fundamentales del individuo en este proceso. Me atrevo a decir que, en nuestro intento de formar parte de una noción de cultura, nos autodestruimos. Y eso simplemente es patético, que en su proceso de construcción, uno se destruya.

domingo, 13 de octubre de 2013

Esperando que mañana no llegue

Quisiera poder detener el tiempo, así evitar que este día pase.

Quisiera hacer que esta noche no termine, para que mañana no llegue.

Quisiera encontrar una forma de huir del día que sigue a éste; ese que me acosa, que juega conmigo como un niño juega con un insecto, disfrazando de inocencia la crueldad.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Una Pequeña Excepción

Por un momento me sentí feliz; hasta que me dí cuenta que este día era una excepción, igual que los otros 2/7 de mi vida. Así es como la felicidad y la satisfacción en muchas vidas se convierten en algo excepcional, haciendo del sacrificio, el tedio y el aburrimiento algo normal, que se acepta hasta con cierto orgullo. Nos resignamos a vivir de esta forma, justificando como necesidad nuestra agonía mientras nos entregamos a quienes nos someten.

martes, 6 de agosto de 2013

As the Night Goes By

Have you ever felt like dying? While lying on your bed, waiting as the chemicals kick in. You can feel your heart pounding on your ears, really strong at first but slowing down, getting weaker. You take a deep breath; realized you were gasping. You fight not to close your eyes; you’re afraid you’ll never open them again. You don’t want to fall asleep, but there isn’t much of a choice by now. Your legs and arms feel heavy, like you’re melting away. You can’t keep your eyes open anymore; your brain feels numb. You lose your pulse! Can’t move! You can't listen your pounding heart anymore! You can certainly feel it stopped, you're fading.  

Almost convulsing you catch your breath; you shiver and put your hand on your chest to feel the violent beating of your heart. 

Then start all over again, as the night goes by.

viernes, 26 de julio de 2013

Intento de Finalización de Lamentación

La tensión que provoca la plena ociosidad está amenazando con desequilibrar mi límbica* estabilidad. Lentamente los ánimos se desvanecen y solo puede verse una solución en el tan tradicionalmente aceptado trabajo; aunque implique una constante dosis de laceración. Esto surge de una cobardía y una contradictora vanidad por mantener intacto el estilo de vida. (Y vuelvo con la misma cantaleta: que tengo que trabajar, pero no quiero; pero igual, aunque no quiera, necesito trabajar porque el poco dinero que tengo se va a acabar y entonces no voy a tener para el súper, la renta, etc. Así que haré lo posible por no cansar más al mundo con mis infructuosas lamentaciones e intentaré escribir sobre algo más.)

*Acepción inventada de la palabra: Límbico: relativo al limbo. Entiéndase "limbo" por ese punto intermedio, ese "ni aquí ni allá".

martes, 2 de julio de 2013

A toda prisa, hacia ningún lugar...

Ante una cálida muestra de afecto dio la espalda y huyó. 

Ahora experimenta la caída a la nulidad. Se tensan los hilos que le mantienen estable. La existencia, finalmente, se muestra como exigencia de adaptación; en la proximidad respiran oxígeno denso, pero donde él aspira es ligero. Esta falta de oxígeno le dificulta el movimiento, pero maximiza el pensamiento - al menos la ilusión. 


Su mente se hace más ligera, buscando sincronía con el contexto. El sentido desvanece, un fresco torrente le ataca; cede. La imaginación vuela delante, tras ella corre, desesperado. Sus pasos, aunque débiles e inciertos, no se detienen. Cada golpe de sus pies retumba en sus oídos, evacuando la resistencia, liberando lastre. 


Deja que la historia se cubra del polvo que levantó al correr y de las cenizas que se desprenden de su interior calcinado. Ha encontrado vigor en esta recién conocida ligereza, sus pisadas se fortalecen y su ritmo se acelera. 


El camino ahora es ascendente, parece tortuoso; una niebla pesada se posa enfrente. Su visión se pierde entre la niebla y la ceguera se hace amiga. En la obscuridad una nueva perspectiva se muestra. Tras la ceguera absoluta se esconden respuestas, respuestas que no se ven, que no son para todos; la obscuridad le ilumina. 


El vacío se hace pesado. 


La nulidad amasa extraordinario valor en la altura. 


Su cuerpo es desintegrado por la fricción con el ambiente, su mente se resguarda en el vacío, donde, finalmente, conoce la libertad.