martes, 19 de mayo de 2015

Desfibrilando el músculo político (1)

Aunque es válido sentirse al margen, es imposible realmente estar al margen.

Yo soy uno de esos que fantasea con vivir aislado, o sea que en fantasías rechazo la sociedad; más en la realidad no me queda sino someterme, pues no soy capaz de sustentar todas mis necesidades.

Tampoco soy un individuo significativamente importante para la sociedad, aunque delirio con aspiraciones e intenciones de grandeza; aunque irremediablemente inciertas.

Desde aquí enfrento el conflicto político que afecta al país. Con una indiferencia malsana por el poco interés que tengo en la sociedad, con la nula esperanza por la forzada costumbre a esta siniestra situación.

Soy uno de esos a los que el miedo ha encerrado en una nube, y el problema es que en ella me he acomodado. Cierto también que desde hace años la rasco, desde hace años me molesta, pero no por eso se hace incómoda. Y entonces señalo a todos los que se irritan a mi alrededor, cada quien envuelto en sus ideas, tan virtuosas como defectuosas, tan falsas como sus mismas nubes; tan falsas como la nube en la que nos englobamos.

Pera ahora debo admitir que todo esto ha avanzado bastante más de lo que esperaba. Ahora empiezan a nacer las nuevas maromas, empiezan a volterase las tortillas, y dentro de mis fantasías me parece ver que la cúpula se desmorona a sí misma. Pero luego descubro que no es más que otro movimiento estratégico, un nuevo malabarismo político; y es que después de tantas mentiras uno aprende a no creerle a nadie.

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