lunes, 24 de julio de 2017

Se busca (2)

Empecé temprano. Cerca de las 7:30am ya estaba en camino a la U. Llegué pocos minutos antes de las 8:00am. Había bastante tráfico, me tomó casi media hora recorrer una distancia que, en condiciones ideales, toma poco más de cinco minutos. 

Me estacioné y lo primero que hice fue intentar llamar al otro lugar para notificar que no llegaría a tiempo para mi entrevista. Busqué la frase correcta para ofrecer como excusa, la repetí varias veces dentro de mi cabeza: “Me surgió un imprevisto y me será imposible llegar en la mañana, a la hora programada”; luego preguntaría si podría llegar durante la tarde, o si sería mejor ir al día siguiente. El diálogo estaba practicado pero en ese momento nadie contestó para ejecutarlo. Me bajé y caminé hacia el edificio donde se encuentra la oficina de RRHH. Antes de llegar, en la plataforma donde está la fotocopiadora, la misma donde está el banco, me arrinconé para intentar de nuevo. Nada. 

Subí a la oficina de RRHH. Me presenté con la señorita de recepción, le dije que la Licenciada me esperaba a las 8:30. Preguntó si era para una entrevista o cuál era el motivo de mi visita. Yo le expliqué que suponía que era una entrevista, o algo así; le dije que me había enviado un correo en el que decía que me esperaba a las 8:30. Tomó el teléfono y llamó a la asistente de la Licenciada. Aparentemente ella no estaba enterada del asunto. Tomó mi nombre y me mandó a esperar. 

Me senté en la pequeña sala de espera frente a las gradas. Acomodé mi maletín en el asiento a mi izquierda. Saqué mi Oliver Twist y mi cuaderno de notas; intentaría llamar de nuevo al otro lugar para notificar de mi ausencia. No contestaron. Eran las 8:15 aproximadamente, empecé a leer.

Unos minutos después se acercó la señorita de la recepción para informarme que esperara un momento, que la Licenciada no estaba disponible pero que pronto me iba a atender. Agradecí y seguí leyendo, Oliver se recuperaba de una fiebre tremenda bajo los cuidados de una amorosa señora Bedwin.

Pasé media hora, más o menos, entre leyendo y llamando; la lectura avanzó y no contestaron mi llamada. Eventualmente, cerca de las 9:00am, se volvió a acercar la señorita de recepción para decirme que podía pasar adelante, que debía ir por el pasillo a la derecha y que la cuarta oficina a la izquierda era la de la Licenciada, que ella me esperaba ahí. 

Entré. Cuando estaba cerca de llegar a la puerta me interceptó la Licenciada, pasamos a su oficina y tomamos asiento, cada quien en su correspondiente lado del escritorio. Empezó explicándome los requerimientos para la plaza de catalogador, la que vengo persiguiendo desde hace dos meses. Me dijo que si tenía algún título a nivel medio universitario podría lanzarme al ruedo, si no, no. La decisión era definitiva, el asesor legal aseguraba que no podían pagar facturas por servicios profesionales si no comprobaban que a quien le pagaban era un profesional graduado. Lo de catalogador, entonces, estaba fuera de la cuestión. Así es como repercuten las decisiones de la vida. 

Pero había una luz al final del túnel, no sé si era una especie de prueba. Me dijo que había plazas vacantes para bibliotecario, o sea para asistencia al usuario. Si estaba interesado podría aplicar a esa plaza y entrevistarme ese mismo día con el encargado del área. El inconveniente es el horario. Las vacantes son para cubrir el turno vespertino, de lunes a viernes de tres de la tarde a diez de la noche y sábados de doce del mediodía a cinco de la tarde. Ese horario no es el ideal, no me permitiría seguir estudiando en las clases presenciales, tendría que volcarme a atacar lo que me resta de carrera por suficiencia; no sé qué tan práctico sea eso. Lo siguiente sería ver por cuánto tiempo, si existe la posibilidad de sacrificarme durante un semestre, y al siguiente lograr una transferencia a un horario diurno, quizá sea un compromiso que pueda manejar. Y luego está la cuestión del dinero. 

Quedamos en que a las 11:00 me estaría esperando el encargado de ese departamento para entrevistarme. Hice nota mental de las preguntas que debía hacerle y esperé, leyendo (Oliver Twist avanzó bastante hoy, ya lo habían capturado de nuevo los bandidos). 

Llegada la hora entré a la biblioteca, busqué al encargado y me presenté. Pocos minutos después conversábamos en uno de los salones de estudio cerca del área de Teología y Filosofía. Me terminó de explicar lo del horario. Me informó que el cambio a horario diurno no era fácil, que había una cola larga y que los espacios diurnos no se abrían con facilidad. Me informó también del sueldo, esa plaza paga el mínimo. Sentí unos cuantos pinchazos, este asunto de la biblioteca está resultando en una suma interminable de frustraciones. Empiezo a dudar si buscar trabajo en la U sea la vía de acción correcta para facilitarme el cierre de la carrera.

Ahora estoy en eso. Esa es la vacante que hay disponible por ahora en la U. Igual toca esperar si me eligen entre los candidatos y si supero las pruebas. Entonces tendré que tomar la decisión definitiva. ¿Qué tanto me conviene?

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